
Fanzine: qué es y cómo se crea
El fanzine es una publicación autoeditada, creada por y para personas apasionadas por un tema concreto. Una prueba de que la libertad creativa siempre consigue hacerse un hueco.
El fanzine no es un producto nuevo, sino que es una publicación que lleva décadas con nosotros. Desde sus inicios, se ha utilizado como una herramienta de protesta, que sirve a comunidades que no encuentran espacio en los medios tradicionales. Sus orígenes están ligados al fenómeno fandom y la contracultura. Pero aunque hoy encontramos versiones digitales con un estilo más actual, sigue siendo un formato libre, accesible y que busca tener un impacto en quien lo lee.
Hoy veremos qué es, cómo se crea y algunos ejemplos reales. Pero si te atrae la comunicación visual directa, crítica y personal, el máster en Diseño Gráfico de ESDESIGN te puede ayudar a adquirir los conocimientos necesarios. Es una formación centrada en tipografía, diseño editorial, narrativa gráfica y herramientas profesionales, y te dará todos los recursos necesarios para convertir cualquier idea en un proyecto de diseño.
¿Qué es un fanzine?
Un fanzine es una publicación independiente, de distribución limitada, que se mueve fuera de los canales comerciales tradicionales para prensa y revistas. Su nombre nace de la combinación de la palabra del inglés fan (aficionado) y magazine (revista). Por tanto, es fácil deducir qué es un fanzine y cuál es su finalidad.
Se trata de una revista creada por y para entusiastas de un tema concreto. Este puede ser cine, cómics, música, literatura, política, videojuegos o incluso experiencias personales. La esencia del fanzine es profundamente DIY o Do It Yourself, que se traduce como "hazlo tú mismo". Esto le da una libertad creativa y editorial difícil de encontrar en otros medios.
Suelen ser proyectos autoeditados, que editan y publican los propios aficionados a esta temática en cuestión. Algunas veces se crean sin ánimo de lucro, ya que prima la pasión por el contenido más que el acabado profesional. Los hay gratuitos y de pago, pero su importe suele ir destinado a cubrir los gastos que supone su creación.
Las tiradas van desde unas pocas copias fotocopiadas hasta ediciones más elaboradas y casi profesionales. También se pueden crear como ediciones limitadas, que se convierten en objeto de culto y coleccionismo. Y en cuanto al aspecto, pueden parecer revistas o tener una encuadernación artesanal para darles carácter más personal.
Lo que no cambia es su esencia alternativa y su valor como un espacio libre de censura y jerarquías editoriales. Hoy en día, son frecuentes las versiones digitales o el fanzine online, tanto porque se reduce drásticamente el coste que suponen como porque se puede llegar a un público mayor y más variado. No obstante, por su propia razón de ser, se suele preferir el formato físico, a medio camino entre lo editorial y lo artístico.
¿Cuál es la estructura de un fanzine?
Aunque sigue siendo una publicación independiente y de espíritu libre, el fanzine ha ido adoptando con el tiempo una estructura que se acerca bastante a la de una revista convencional. Todo comienza con la portada, en la que destacan el nombre del fanzine; el logotipo, si es que lo hay, y una imagen llamativa que tiene como objetivo captar la atención. Puede incluir subtítulos y pequeños avances de los contenidos más importantes de la publicación. No obstante, lo habitual es que el diseño hable por sí solo. La estética de la portada es uno de los elementos que más se cuidan, puesto que se trata de la carta de presentación del número.
Después de la portada, viene el índice, que suele tener forma de tabla y enumera los artículos con su página correspondiente. En esta sección, también pueden aparecer los nombres de las personas que han colaborado en la edición y diseño, aunque a veces esta información se reserva para el final. Si el fanzine cuenta con colaboradores externos o menciones especiales, suelen destacarse aquí.
El editorial acostumbra a ir después. Se trata de un texto breve en el que el equipo editor expresa su visión, introduce el enfoque del número o comenta algún tema relevante que tenga relación. No siempre se limita a presentar contenidos; también puede incluir reflexiones personales, posturas ideológicas o críticas culturales. De este modo, se refuerza el carácter subjetivo y comprometido del fanzine.
A continuación, llegan los artículos principales, que pueden incluir entrevistas, reportajes, análisis o columnas de opinión. Algunos fanzines invitan a personas expertas o figuras destacadas a colaborar, para enriquecer el contenido, pero sin perder su esencia. También es frecuente encontrar secciones temáticas o recurrentes, además de textos de actualidad, reseñas o piezas creativas.
En las últimas páginas, suele haber espacio para contenidos más ligeros o complementarios. Por ejemplo, anuncios, recomendaciones de libros, películas, música o webs afines, convocatorias de eventos, etc.
Por último, encontramos la contraportada, que además de cerrar visualmente el número, puede contener publicidad relacionada con el tema del fanzine, información sobre suscripciones o un adelanto del próximo número. Lo que se pretende con esta última parte es fidelizar lectores sin perder el tono independiente que define este formato.
¿Cómo crear un fanzine?
Para hacer un fanzine creativo, hay que lanzarse a la autoedición sin reglas fijas, pero con mucha intención. No es necesario tener grandes conocimientos técnicos ni un presupuesto elevado, pero sí una idea clara de lo que se quiere ofrecer, ganas de contar algo y un poco de creatividad. Si bien cada fanzine puede seguirá su propio camino, hay algunos pasos que siempre se siguen y que sirven para facilitar la organización, darle forma a la publicación, fondo y una identidad definida.
Define el tema y el enfoque
Lo primero es decidir sobre qué se va a hablar. Los fanzines suelen centrarse en temas muy específicos: cine de serie B, punk ibérico, relatos ilustrados, ciencia ficción feminista, etc. Cuanto más concreto sea el enfoque, más fácil será conectar con un público afín. También hay que decidir el tono que se usará. Por ejemplo, podría ser irónico, crítico, reflexivo o divulgativo.
Además del tema, hay que pensar en la estructura del número: ¿tendrá secciones fijas? ¿Se incluirán entrevistas, ilustraciones, ficción, columnas de opinión? Hay que dejar claro desde el inicio qué tipo de contenido tendrá y qué se quiere contar con él.
Reúne o crea los contenidos
Los contenidos de un fanzine puede realizarlos una única persona o tener colaboradores. Por lo general, hay un grupo que se encarga de ello. De este modo, cada persona se encargará de una temática o sección. Además de aliviar la carga de trabajo, se enriquecen los puntos de vista. Los contenidos pueden incluir textos escritos, collages, fotografías, ilustraciones o cómics, según el estilo y los medios que se tengan. No podemos olvidar que el diseño visual es tan importante como el mensaje.
Un aspecto importante que no se debe pasar por alto es la revisión de la ortografía y la coherencia entre todos los estilos. Es decir, que aunque cada persona tenga su forma de expresarse, se debe seguir una misma línea. También es conveniente marcar plazos de entrega y una extensión aproximada por pieza para poder planificar bien la maquetación.
Diseña y maqueta tu fanzine
El diseño puede ir desde lo manual, como cortar, pegar y fotocopiar, hasta usar programas como InDesign, Canva o Affinity Publisher. También se pueden usar técnicas como la encuadernación japonesa si se quiere un resultado más cuidado. Lo importante es que el resultado resulte tanto estético como legible. Por ejemplo, hay que decidir si se usará blanco y negro o color, qué tamaño tendrá el fanzine (A5 y A4 son los más comunes) y cuántas páginas tendrá.
La tipografía que se elija debe ser legible y hay que jugar con los márgenes, los fondos o la disposición de imágenes para que cada página tenga personalidad. Un diseño sencillo pero bien equilibrado funciona mejor que uno muy recargado, pero sin una intención clara.
Imprime y distribuye
Una vez maquetado, toca imprimir. Se puede hacer en casa, en una copistería o con imprentas pequeñas especializadas en autoedición. El número de copias dependerá del presupuesto con el que se cuente y de la difusión que se pretenda llevar a cabo. Lo habitual es hacer tiradas pequeñas de entre 10 y 200 ejemplares.
La distribución puede ser en mano, en ferias de fanzines, librerías independientes, tiendas especializadas o eventos culturales. También se puede subir una versión digital a plataformas como Issuu o Itch.io, o difundirlo por redes sociales. Algunos fanzines combinan ambos formatos, físico y digital, para mantener su espíritu DIY, pero alcanzando una mayor visibilidad.
Ejemplos de fanzine
Los fanzines, como hemos visto, no siguen un patrón único, ya que pueden tener diferentes temáticas y puntos de vista. Políticos, artísticos, musicales, personales o simplemente experimentales. Algunos se distribuyen sin coste alguno en eventos o tiendas alternativas, mientras que otros se venden como piezas de colección. Lo que sí vemos en todos es su estilo propio y la creatividad. A continuación te dejamos tres ejemplos de fanzine.
Mondo Brutto
Mondo Brutto está considerado como un clásico del fanzine español. Nació en los años 90, con una fusión explosiva de cultura pop, estética retro y artículos difíciles de clasificar. Aunque empezó como una publicación modesta y fotocopiada, con el tiempo ganó tanta notoriedad que llegó a distribuirse en quioscos. Tiene un estilo ácido y sus temas van desde la música yeyé al ocultismo. Por ello, se convirtió en un referente del underground editorial. Es un ejemplo de que es posible mantenerse al margen de la lógica del mercado y las convenciones y seguir siendo fiel a los lectores.
Guerrilla Girls/Riot Grrrl Zines
Un ejemplo interesante es el trabajo de Guerrilla Girls; un colectivo feminista anónimo surgido en los 80 que usa máscaras de gorila y zines para denunciar el machismo en el mundo del arte. Aunque no preparaban un fanzine como tal, sus publicaciones tenían un estilo directo y visual, que usaban para criticar la ausencia de mujeres en museos, galerías y colecciones.
En una línea similar de activismo gráfico, pero desde la escena punk y juvenil, surgieron en los 90 los Riot Grrrl Zines, con contenidos más personales, viscerales y centrados en música, sexualidad y resistencia cotidiana. Hechos por y para chicas, con títulos como Bikini Kill, Girl Germs o Riot Grrrl. Ambos usan el fanzine como arma política, pero se sirven de contextos y lenguajes distintos.
El fanzine sigue siendo hoy una forma de expresión libre, directa y sin filtros. Se utiliza como espacio de denuncia, plataforma creativa o vía de experimentación editorial, puesto que permite comunicar sin necesidad de grandes recursos ni de estructuras comerciales. Su valor no está solo en el contenido, sino en el proceso colectivo y artesanal que implica. Si te interesa explorar este tipo de formatos y aprender a desarrollar tus propios proyectos visuales, estudia Diseño Gráfico y adquiere todas las que te ayudarán a llevar tus ideas del papel o la pantalla a la acción.