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Josep Renau, la revolución como vida

La vida de Renau se podría resumir con una consigna revolucionaria, “Ni un paso atrás”.

Autor: Óscar Guayabero
Diseño gráfico
21 de Junio de 2019

 

El Born CCM y el IVAM exponen en Barcelona una retrospectiva de este intelectual que vinculó creación, diseño y compromiso social en el Born Centre Cultural hasta el 13 d'octubre.

La vida de Renau se podría resumir con una consigna revolucionaria, “Ni un paso atrás”. Desde sus inicios como grafista su trabajo siempre ha discurrido por los limites del riesgo y la vanguardia. Supo conjugar el cartelismo Decó con el ideario republicano. Tomo del cartelismo ruso la capacidad de impactar y del lenguaje americano el uso del Pop antes incluso que ese existiera. Tras afiliarse al Partido Comunista de España en 1931, Renau posiciona su obra durante los años 30, hasta la Guerra Civil, como "un instrumento propagandístico al servicio de los valores republicanos y de la lucha contra el fascismo".

La trayectoria personal de Renau, que había nacido en València en 1907, es también un reflejo de los conflictos del siglo XX: la defensa de la República española y del patrimonio artístico español, la herida de la Guerra Civil y el exilio en México y Berlín, donde murió en 1982. De las 108 piezas expuestas en el Born, un total de 92 proceden del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), centro que recibió el legado del artista.

Además de su papel como grafista cabe destacar su cargo como director general de Bellas Artes en el periodo 1936-1939. Él fue quien decidió que las obras del Prado se embalaran y viajaran a Valencia y a Ginebra y por eso se salvaron de los bombardeos fascistas. También fue uno de los responsables del pabellón español en la exposición de París de 1937 (obra del arquitecto Josep Lluís Sert) en el que, por primera vez, arquitectura, escultura, pintura y fotografía se unieron para reflejar la tragedia del pueblo español y su lucha contra el fascismo. Renau también encargó a Picasso la realización de una obra para presidirlo. Y Picasso hizo su Guernica.

La exposición también repasa su etapa mexicana. El contacto con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros compensó, en parte, la soledad y la amargura de esos primeros momentos en México, donde permaneció Renau durante veinte años, durante los cuales fortaleció sus postulados comunistas y se implicó con los conflictos de la sociedad mexicana.

Pero también podemos ver "The American Way of Life", la serie más representativa de sus fotomontajes que desarrolló entre 1949 y 1976, a caballo entre México y la RDA, con la que el artista criticó los valores mercantilistas de la sociedad de consumo y la fascinación que desprendía. Si técnica del collage fotográfico entre, como decía un pre-Pop y el arte político no deja indiferente. El papel de la mujer como mercancía, el belicismo, la codicia y la discriminación racial se nos muestran de manera descarnada.

La exposición termina con los años del Berlín Oriental (1958-1982), adonde llegó después de haber sufridos algunos incidentes y atentados saliendo de su estudio en México. En Berlín Este creó "un arte político al servicio del estado comunista", trabajó en la televisión pública de la RDA y concibió algunos murales para las ciudades de Halle-Neustadt y Erfurt, con el objetivo de hablar a toda la ciudadanía sobre la revolución tecnocientífica.

Nunca renunció a su ideología y después de una breve estancia en Valencia, ya en la etapa democrática, Renau retorna a Berlín porque es donde considera que su trabajo puede seguir siendo útil a la causa.

 

 

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