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Urbanismo feminista: 12 postulados que definen este movimiento emergente

Del diseño urbanístico que no solo tenga en cuenta lo relacionado con lo que permite ganar dinero y que incluya la experiencia de quienes realizan el papel de cuidadores, mayoritariamente mujeres, se ocupa el urbanismo feminista.

Autor: Elena González
Diseño de espacios
13 de Noviembre de 2020

Tradicionalmente, la planificación de las ciudades se ha realizado teniendo en mente la movilidad que implican los desplazamientos de casa al trabajo, especialmente. Los espacios y los trayectos no se han diseñado de manera que el urbanismo tenga en cuenta los cuidados. Por ejemplo, todo lo relacionado con llevar y a los niños al colegio y al parque, hacer la compra o cuidar a las personas mayores. Se han creado ciudades únicamente con lo productivo en mente, generalmente asociado a papeles masculinos, y no con los aspectos de cuidados, que tradicionalmente se asocian a la mujer. Precisamente, del diseño urbanístico que no solo tenga en cuenta lo relacionado con lo que permite ganar dinero y que incluya la experiencia de quienes realizan el papel de cuidadores, mayoritariamente mujeres, se ocupa el urbanismo feminista.

Este movimiento emergente dentro del diseño y planificación de espacios urbanos pone de manifiesto la relevancia que tiene un diseño más amable para todos los que viven en las urbes. No en uno realizado únicamente con las necesidades de los que se dedican a tareas productivas. Para ello, el urbanismo feminista propone entre otros estos postulados y puntos destacados a tener en cuenta.

Feminismo urbanista frente al tradicional

Los profesionales este tipo de creaciones, que abogan por una perspectiva feminista, son perfectamente conscientes de la importancia que tiene el diseño urbano la sociedad. Según el diagnóstico que hacen de las ciudades actuales en cuanto a su diseño, muchas no responden a las necesidades de todos sus habitantes. Solo a las de quienes no realizan tareas de cuidados. En este modelo de ciudad, todo lo relacionado con los cuidados y el ámbito reproductivo parece ser invisible, y que todos los encargados de este tipo de tareas tengan que supeditarse en cuanto a urbanismo a quienes producen.

Generalmente, las tareas de cuidado no tienen un punto de partida y otro de llegada. Los que las realizan tienen que ir a varios puntos en ocasiones con largas distancias entre sí, lo que lleva a que se pierda mucho tiempo en ir de un punto a otro. Las ciudades están distribuidas de forma que las áreas en las que se realizan las distintas actividades están muy distantes en la mayoría de los casos. Las zonas residenciales suelen estar lejos de las de trabajo, y las concentraciones comerciales, en las afueras.

 

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Además, al diseñar espacios urbanos se suele dar por supuesto que la mayoría de los desplazamientos se hacen en coche. Solo desde hace algunos años se empieza a contemplar que muchos de esos desplazamientos, sobre todo los de quienes se dedican a los cuidados, se hacen en transporte público. Como resultado, diseñar ciudades con más unión entre estos espacios, uno de los postulados del urbanismo feminista, para que los trayectos sean sencillos y rápidos, se convierte en misión imposible.

¿Qué concepto de ciudad propone el urbanismo feminista?

Frente al modelo de urbe tradicional, que obliga a desplazarse durante decenas de kilómetros en muchos casos para trabajar, y en muchos casos obliga a hacerlo en coche, el urbanismo feminista busca ciudades más sostenibles para la vida cotidiana. En vez de dejar espacios en desuso, una característica del urbanismo tradicional, y dar solo a las calles el papel de espacios de tránsito, el urbanismo feminista propone reconocerlas como espacios de encuentro. También evitar dejar lugares sin ocupar ni una función definida para mejorar la vida urbana.

El urbanismo feminista, de cara al diseño de espacios, propone tener en cuenta aportaciones de varios aspectos del urbanismo para dar como fruto ciudades sostenibles. Por tanto, urbes más preparadas para desarrollar todos los aspectos de la vida cotidiana y que cubran de manera más eficaz las necesidades de sus habitantes. No solo las de los que realizan un trabajo remunerado.

Para su planificación, eso sí, no solo hay que tener en cuenta las necesidades diarias de las mujeres y los hombres en general. También las de los niños y los ancianos. Y no dejar de lado, por supuesto, a las personas con problemas de movilidad de diferentes edades. Además, es necesario tener en cuenta otras variables, pero estas son las principales.

Ciudades más seguras e inclusivas

Otro de los postulados del urbanismo feminista es la necesidad de diseñar ciudades más seguras para mujeres y diversos colectivos. Todo con el fin de que puedan evitar el acoso en las calles, y situaciones desagradables e incómodas. También que sean más inclusivas y se elimine la separación entre la esfera pública, la del trabajo, y la privada, la de los cuidados.

 

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Las ciudades desarrolladas con un urbanismo con perspectiva feminista están pensadas para que se puedan llevar a cabo ambos tipos de tareas sin que estén completamente apartadas. Para ello se busca una ubicación más cercana en el espacio disponible de los distintos usos. Esto lleva a que las personas que se dedican a tareas de producción no estén completamente apartadas del resto. De esta forma, pueden participar en los cuidados con más facilidad.

Los ingredientes básicos para el diseño de ciudades desde una perspectiva feminista son los espacios con zonas verdes, sombras para proteger del sol y aceras amplias para no estorbarse al andar. También el aumento de las calles peatonales, la eliminación de barreras, y la creación de espacios comunes en los bloques de viviendas. Además, no hay que dejar de lado los espacios concebidos para encontrarse y reunirse con otras personas. Ni los destinados a tomar unos minutos de relax.

Eso sí, con respecto a las calles peatonales, hay que tener en cuenta este tipo de peatonalizaciones con el objetivo de fomentar el consumo. En estos casos, lo que se peatonaliza suelen ser calles con una gran concentración de tiendas. Es mucho más raro, por ejemplo, peatonalizar una calle que da acceso a un colegio y un centro cultural, que no lo fomenta. El urbanismo feminista estaría más de acuerdo con este último tipo de peatonalización que con el primero.

Urbanismo feminista: lo plural frente a lo singular

Las ciudades diseñadas según los postulados del urbanismo feminista se han planificado para fomentar lo colectivo y no lo individual. De ahí su abundancia en espacios preparados para la socialización, el encuentro y la reunión. Las urbes tradicionales buscan todo lo contrario. E incluso aunque tengan plazas, y supuestamente espacios, para la reunión buscan la individualidad. Por ejemplo, con bancos individuales colocados en direcciones opuestas, y zonas poco acogedoras y llenas de cemento.

Este tipo de ciudades no dejan lugar a lo colectivo en el espacio público, al que solo ven como zona de paso. Lo privado debe desarrollarse en las viviendas o en espacios a cubierto, generalmente de pago. Justo lo contrario que propone el urbanismo feminista, cada vez con más seguidores en el mundo del desarrollo urbano. El objetivo, por tanto, del urbanismo feminista es crear ciudades que sirvan para la vida en sociedad. No únicamente como contenedores de espacios separados con vías para ir de uno a otro.

Muchos estudios relacionados con el diseño de espacios urbanos, actualmente, están incorporando la perspectiva feminista en las materias que imparten. Por lo tanto, si te interesa formarte en esta disciplina y quieres ser capaz de crear ciudades para todos, solo tienes que seguir planes que incluyan estos postulados en sus asignaturas.

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