

Como en cualquier proceso creativo, hacer una lluvia de ideas entre todo un equipo de diseño es lo ideal. Ayuda a comprender no solo las cosas que pueden gustar, sino que también ayuda a discernir las que no. Esas líneas que no se desean cruzar quedarán claras. En caso de ser un proyecto de una única persona, lo ideal es juntar 3 o 4 ideas y desarrollarlas un poco más para enseñárselas a la empresa. Así verán que se han tenido en cuenta posibles demandas que hayan hecho.
Hay una serie de preguntas que hacerse:
Ahora es cuando se crea el proyecto en base a esas ideas. Puede realizarse de forma tradicional o de forma digital. Hay muchos programas de diseño 3D que ayudan reduciendo pasos ya que se detectan mucho antes algunos errores. También aceleran el proceso en general.
Dentro de este paso se incluyen diferentes reuniones con los clientes o la empresa que solicita el diseño para cambiar cosas antes de crear el diseño final.
Cuando ya se tiene el diseño final, solo queda probarlo para ver si esas ideas se trasladan correctamente al producto. La estrategia de packaging debe haber estado supervisada y todos los pasos aceptados antes de llegar aquí. Lo ideal sería crear varios modelos para tener más opciones de elegir. Se pueden variar colores y tonos, materiales y formas.
Juzgar los productos que han surgido de una estrategia de packaging es necesario. Se debe guardar el producto en el envoltorio y, de forma ideal, tener varios críticos que coincidan en cual es la mejor opción.