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ERRORIZACIONES

Bocetos, ideas y ejercicios sobre papel para equivocarse sin sentimiento de culpa

Autor: Elena Hormiga - Docente de Técnicas de expresión gráfica
Diseño
10 de Abril de 2024

CAPÍTULO 1: La terapia de los recortes de papel.

Cuando me preguntan a qué me dedico respondo rápidamente que soy ilustradora. Mi carrera como tal comenzó de manera práctica: compré un dominio .es y preparé unas tarjetas de visita. He repartido pocas de aquellas tarjetas (no contenían ni teléfono ni email), y sin embargo tuvieron un papel fundamental, me sirvieron para inventarme una identidad: «elenahormiga.es ilustradora». Soy ilustradora, me dije.x

Venía de estudiar otras cosas y sentía que ya había perdido demasiado tiempo. Ahora, al contrario, pienso que perder el tiempo (o perderse, sin tiempo) es la clave. Pero esto, así dicho, puede malinterpretarse. Antes de explicarme, daré un contexto. Al recibir la propuesta para escribir algún artículo para este blog, tuve claro que quería contar algunas de las ideas que comparto en mis clases. Y es que además de ilustradora, o precisamente por ello, me he ido convirtiendo en docente. Docente, o animadora de experimentos, como me gusta llamar a esto que hago en la asignatura de Técnicas de expresión gráfica, en el Máster de ilustración y animación.

En estas clases encuentro energía y entusiasmo. También prisa. Personas con mucha, mucha prisa por aprender, desde luego. Esta sensación de vivir sin un solo minuto que desperdiciar la tenemos ya muy integrada en nuestro día a día. El mundo digital nos ha ayudado a recortar tiempos. El comando Z deshace los errores (las prisas no nos permiten dejar espacio para el error). El resumen es que intentamos aprender rápido y trazando un camino en línea recta (¿por qué íbamos a enredarnos con líos pudiendo atajar?).

Bien, pues precisamente esto es lo que voy a reivindicar aquí, enredarnos buscando el error. Experimentar sin saber cuál va a ser el resultado. Jugar. Descartar. Volver a probar. Y a veces, solo a veces, encontrar algo que nos sorprende y nos gusta. A lo largo de varios capítulos trataré de explicar algunas de estas ideas que se me ocurren y que me sirven a mí como creadora. Estos ejercicios suelo proponerlos en el máster y me encanta descubrir cada edición que mis alumnas y alumnos también los aprecian y valoran. Vamos con el primero: la terapia de los recortes de papel.

LOS RECORTES DE PAPEL

xHay un experimento divertido que merece la pena hacer de vez en cuando. En una reunión con amigos puedes repartir lápiz y papel y pedir que dibujen un animal cualquiera, una jirafa, por ejemplo. La reacción suele ser una de estas dos:

Persona de tipo A: toma el lápiz y se pone a dibujar alegremente.

Persona de tipo B: entra en pánico, suda, se retuerce, llora, suplica, finge una muerte súbita. Se niega a dibujar.

Y es extraño, porque estas personas de tipo B probablemente hicieron, a sus tres años de vida, maravillosas piezas de expresionismo abstracto que podrían convivir con cualquier obra de Pollock. Sucede que esos artistas libres de tres y cuatro años crecen. Es en torno a los diez que comenzamos a ser extremadamente críticos con nuestros dibujos. A partir de este momento, habrá muchos niños y niñas que abandonen progresivamente el dibujo. Una idea se instala en esas cabezas: “yo no sé dibujar”.X

Pero, si volvemos al experimento anterior, escondemos los lápices y reformulamos el ejercicio diciendo algo tipo: “forma la figura de una jirafa con trocitos de papel”, casi seguro que todos los participantes se perfilarán como de tipo A. (Excepto algún aguafiestas, aburrido, agonías, quejica… ¡red flag! bueno, en fin, no seré yo quien te diga qué amistades merece la pena seguir cultivando :P).

Los recortes (papercuts) son una manera divertidísima de volver a conectar con el papel. No nos sentimos expuestos, no se trata de dibujar bien o mal sino de jugar, volvemos a ser libres. Hemos dejado fuera el miedo a ser juzgados, porque se entiende que todo saldrá regular tirando a mal (¿cómo demonios voy conseguir una jirafa con trocitos de papel?). Por eso nos concentramos en el reto y nos ponemos a trabajar. Y sí, en este momento acabamos de conectar (reconectar) con el papel.

Jugar con los recortes de papel puede ayudarnos a oxigenar nuestros procesos creativos. Y confirmo: a mí me ayuda, me refresca, me descontractura. Es un recreo, un regalo a la jornada. Pero cuidado, el exceso de libertad puede bloquear. Encuentro la solución en plantear algunas reglas (¿qué juego no necesita reglas y límites?). Las plantearé aquí en forma de instrucciones. Me gusta diferenciar tres fases, cada una respira una energía de creación.

Fase 1: Generar mucho material

Esta es la fase más liberadora, el ejercicio de hecho, puede quedarse aquí como calentamiento para trabajar en otra cosa. Consiste en experimentar con materiales y colores, manchar papeles, rasgarlos, cortarlos... Simplemente, dejarnos llevar y permitir hacer a las manos. Conectar con la energía que nos hace avanzar sin miedo, sin críticas, con mirada inocente y generar material como único fin. Quizá esa gran producción de papeles manchados sirva para algo más adelante, seguramente sí, pero ahora no importa, solo se trata de manchar. Algunas ideas pueden ser:

x• Garabatear con rotuladores, pinceles, ceras, etc.

• Manchar con una esponja (acuarela, témpera, grafito, etc).

• Crear módulos con goma eva y utilizarlos como sellos.

• Pintar sobre distintos tipos de papel (blanco, craft, papeles de colores, etc).

• Cortar el papel con formas aleatorias (con tijeras, con cúter o con las manos).

 

Fase 2: Componerx

Si hemos conseguido suficiente material (que recomiendo mantener bajo control en una bandeja o carpeta), el trabajo de crear figuras es automático. Podemos intentar buscar la representación de un tema concreto o simplemente acercar unas piezas a otras buscando conexiones que nos digan algo. Esta es la opción que me gusta más, porque no hay expectativas y porque me encantan las sorpresas (algún estornudo inevitable me ha regalado una composición genial). Todo vale, solo estamos jugando.

¿Y qué hacer con lo que salga? Podemos pensar en ello como un juego efímero, hacer una foto y recoger. O quizá nos apetezca conservar el trabajo (o los trabajos, en plural, pues la producción a veces resulta sorprendentemente extensa), y fijar las piezas con pegamento. El pegamento de barra es una opción, aunque particularmente prefiero la cola blanca aplicada con un bastoncillo de algodón. Y otro “consejito”: a mí me gusta manipular los recortes con unas pinzas para no acabar con capas y capas de nueva piel pegajosa adherida a los dedos.

Fase 3: Conceptualizar

Puede que lleguemos a este paso, o puede que no. Dependerá del tiempo y de las energías. Personalmente me ayuda trocear el ejercicio y repartirlo en distintos momentos, distintos días. Me resulta muy interesante revisar las composiciones de la fase anterior y mirarlas con ojos nuevos para tratar de asignarle un título. Este es un proceso muy diferente a los anteriores, trabajamos (jugamos) de otra manera.

El eje central de esta fase es la inmensa potencia que ofrece la unión entre texto e imagen.x Podemos experimentar con distintos grados de tensión: ¿las palabras acompañan al texto? ¿lo completan? ¿lo contradicen?

ERRORIZACIONES

A veces es difícil sacar un ratito, pero creo firmemente que retirarnos un poco de las tecnologías y dejar que nuestras manos jueguen con materiales es un regalo que deberíamos ofrecernos de vez en cuando. Por eso, para recordármelo a mí misma, escribo esta pequeña serie que lees, «ERRORIZACIONES: Bocetos, ideas y ejercicios sobre papel para equivocarse sin sentimiento de culpa», basada en mis aprendizajes. Espero que te haya gustado este primer capítulo, nos vemos el mes que viene, mientras tanto:

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