
Urbanismo táctico: transformar la ciudad con intervenciones rápidas
La mejora de la salud de la ciudadanía se puede trabajar desde diferentes ámbitos. Uno de ellos es el diseño de los espacios públicos en las ciudades, que con pequeños cambios y de bajo coste, puede conseguir beneficios importantes en la población. Forman parte del urbanismo táctico, que en este artículo desarrollaremos en mayor detalle.
¿Qué es el urbanismo táctico?
El urbanismo táctico es un proceso que abarca todas aquellas acciones que se realizan para recuperar o mejorar un espacio público y que pueda satisfacer los intereses o necesidades de la comunidad que hace uso de ellos.
Este valor añadido se consigue con intervenciones que se caracterizan por ser sencillas, con un coste reducido y con una implantación rápida. Aquellas que consiguen cambios positivos en la población, pasarán a realizarse de manera permanente.
Este tipo de intervención urbana no es nueva, ya que, por ejemplo, fue clave en la recuperación postpandemia. Durante este tiempo, fue necesario tomar medidas que garantizaran la seguridad de la ciudadanía en los espacios públicos. Y a través de estos diseños tácticos, se consiguió seguir haciendo uso de dichos espacios en el exterior, pero manteniendo las distancias.
Pero, además de ser útil en circunstancias puntuales, como fue la pandemia, el urbanismo táctico se puede implementar como una estrategia continua que ayuda a las ciudades a adaptarse. Tanto a las necesidades que pueda tener la población a nivel individual o comunitario, como a los requerimientos que puedan venir determinados por nuevas normativas. Sería el caso de los planes relacionados con el medioambiente y la salud.
Un ejemplo de ello es la guía de urbanismo táctico desarrollada por la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) y el Ministerio de Sanidad, con la colaboración del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, y el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana. Un proyecto que sirve como una referencia y que apuesta por la creatividad, la innovación y la colaboración de todas las personas que habitan y trabajan en las urbes para promover y proteger la salud. No obstante, estas iniciativas pueden venir de la propia población y no contar necesariamente con respaldo de las instituciones.
Urbanismo táctico y placemaking
Aunque se trata de dos conceptos diferentes, el urbanismo táctico y el placemaking suelen ir de la mano. Sin embargo, se diferencian en su campo de trabajo. Como hemos visto, la intervención urbana táctica es rápida, de bajo presupuesto, experimental y con una duración limitada en el tiempo. Sin embargo, esta última pasará a ser permanente si, tras medir y evaluar el impacto, se confirma que ha conseguido resultados positivos.
Por el contrario, en el placemaking, que se traduce como “haciendo lugares”, el proceso es más amplio. Abarca la planificación, el diseño urbano y la gestión de espacios públicos que dan prioridad a la experiencia humana y al bienestar. Su objetivo es darle una nueva vida a aquellas zonas infrautilizadas, para que fomenten la interacción social y el disfrute por parte de la comunidad.
Ambos conceptos son complementarios. Y de hecho, el urbanismo táctico se utiliza dentro de la implementación de proyectos del placemaking, ya que contribuye a que los espacios sean más seguros, accesibles y acogedores. Hoy en día, se tiene en cuenta también el diseño urbano sostenible y el diseño de paisajismo, ya que contribuyen a crear espacios más equilibrados y saludables.
Ventajas del urbanismo táctico
La ventaja principal del urbanismo táctico es que no requiere de grandes inversiones o intervenciones para ser eficaz, porque estas últimas son rápidas. Por tanto, con acciones sencillas se pueden conseguir cambios inmediatos que beneficien a la población y al uso de su entorno. Algunos ejemplos de estas acciones son pintar un carril bici, instalar mobiliario temporal o crear zonas peatonales. Son sencillas, pero la ciudadanía puede percibirlas y utilizarlas en su beneficio.
Otra ventaja es la flexibilidad. Dado que son proyectos experimentales y reversibles, pueden eliminarse si no consiguen su objetivo. Además del ahorro económico, fomentan la innovación, ya que se convierten en un marco de prueba para diferentes ideas.
Por último, se trata de un urbanismo participativo que favorece la unión dentro de la comunidad. Los vecinos se pueden implicar en la implementación y así reforzar el sentido de pertenencia al barrio. Y además, se democratiza la planificación urbana, puesto que la toma de decisiones pasa de las instituciones a la ciudadanía.
Desventajas y retos a los que se debe hacer frente
Aunque las ventajas de estas iniciativas son evidentes, para que realmente sean eficaces se tienen que dar una serie de condiciones. La primera es la temporalidad, cuya finalidad es dar un plazo de tiempo razonable para verificar si la propuesta es útil o, por el contrario, no aporta valor. La realidad es que pueden quedarse durante años sin evolucionar a una solución permanente. Y con ello, se genera una sensación de precariedad en el espacio urbano. Por ejemplo, con pinturas desgastadas y mobiliario o materiales de baja durabilidad.
Otro reto habitual es la desigualdad en los resultados. Cada barrio tiene sus propias características y la organización vecinal no tiene por qué ser la misma en todos. Y puesto que estas propuestas dependen en gran medida de la participación ciudadana, algunas pueden pasar inadvertidas, por lo que se pierde su potencial de cambio. Al mismo tiempo, existe el riesgo de que se originen nuevos conflictos entre diferentes grupos. Para evitarlo, debe haber siempre una normativa técnica como respaldo.
Un riesgo que también es importante mencionar es que las medidas se pueden usar como parches políticos. Esto es, convertirse en soluciones rápidas que pretenden dar una imagen de mejora, cuando en realidad no se están abordando problemas estructurales de mayor relevancia en el diseño y la arquitectura urbana. Por ejemplo, la falta de transporte público o de acceso a una vivienda asequible.
Acciones pequeñas, potencial extraordinario
El urbanismo táctico demuestra cómo las pequeñas acciones tienen el potencial de provocar cambios de mayor envergadura en la sociedad. Sin embargo, para potenciar las ventajas y evitar estos últimos inconvenientes, se necesitan profesionales detrás de cada intervención, ya que debe haber una reflexión técnica y creativa para diseñar espacios que sean más humanos, sostenibles y funcionales.
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